lunes, 4 de mayo de 2009

Quienes cometen un engaño amoroso se ven luego en la disyuntiva de tener que aclararlo con su pareja o guardar el secreto para siempre. Hay estudios que aseguran que la traición amorosa aislada no existe y quien la comete una vez es capaz de reincidir la cantidad necesaria como oportunidades tenga o quiera encontrar. Sin embargo, eso no los libera de sentirse culpables y querer explicar a sus esposas o esposos de lo cometido.
Muchos opinan que mejor ser sincero y que si hay amor todo se perdona, pero es un riesgo que muchos no están dispuestos a correr. Ventajas y desventajas. He ahí la cuestión que pesa sobre una balanza que no sabe bien hacia qué sitio es mejor inclinarse.

¿Se puede vivir con el cargo de conciencia?¿Se puede destrozar una pareja de años por un error pasajero?. “Si se mantiene el engaño en secreto, se estará traicionando la intimidad de la pareja”, asegura la psicóloga española Cristina Herraez.

“Es cuestión de tiempo ya que la relación no vuelve a ser lo que era. El que miente se escuda en su farsa para recurrir una y otra vez al engaño hasta que la otra parte comienza a intuir que algo va mal. Si no se blanquea la situación, termina por descubrirse así que siempre aconsejaré que es mejor ir con la verdad y asumir las consecuencias de los propios actos aunque eso signifique la disolución de la relación que en definitiva por algo es que pasan estas cosas y hay que profundizar el porqué uno de los miembros de la pareja se decantó por tener una relación clandestina y paralela”, continúa diciendo.

Hombres y mujeres engañan por igual, pero para ellas es más difícil confesar una traición ya que es más probable que una mujer perdone un engaño a que lo haga un hombre.

Muchos especialistas opinan que un desliz ocurre cuando de manera inconsciente se intenta solucionar un problema de pareja. “No creo en que un engaño sea el intento disfuncional para estabilizar un matrimonio. Si una pareja tiene un problema debe hablarlo y no buscar emergentes que nada bueno traen consigo para solucionar una crisis”, comenta la especialista.

Sin embargo, hay otros profesionales que opinan que no siempre decir la verdad es la mejor opción. “Si es una aventura pasajera, ¿qué pasa con los hijos que se tengan en común?, ¿los años de convivencia, los conflictos por los que se han atravesado juntos?, ¿los proyectos en común?.

Todos los seres humanos cometen errores y el tener un amorío puede ser lo mismo que cualquier otra traición que sí se perdona”, sostiene el psicoanalista mexicano Antonio Egarza, quien coordina varios grupos para divorciados de los cuales muchos se arrepienten por haber confesado la verdad a sus parejas ya que ahora se encuentran solos.

Según el profesional, la mujer es más proclive a perdonar infidelidades esporádicas como por ejemplo, las que se pueden mantener con prostitutas, pero rara vez asumen que su marido pueda tener una amante fija de por vida con la que tengan que compartir bienes afectivos y materiales.

En el caso del hombre, éste no suele perdonar ningún tipo de infidelidad ya que el daño a su orgullo y fidelidad han sido expuestos y menospreciados de la manera más cruel haciendo mella en su autoestima.

Ventajas de decir la verdad:

- Se apuesta por la confianza y el entendimiento de la pareja.

- Poder reorganizar la relación desde otro punto de partida más saludable y sincero.

- Entender, muchas veces con la ayuda de un profesional y con la contribución de la terapia de pareja, el por qué se ha llegado a cometer la traición.

- Apostar por la comunicación y demostrar que se está arrepentido.

- Sentimiento de alivio.

Desventajas de la confesión:

- El cargo de conciencia que implica mantener un engaño en secreto.

- Asumir el riesgo de una posible separación.

- Hacerse cargo del resentimiento y el deseo de venganza del perjudicado. No todos toman una infidelidad de igual manera. Si la persona es violenta o rencorosa hay que tener sumo cuidado.

- Separación de la familia, si se tienen hijos, más gente se verá implicada.

Contar una infidelidad no siempre es el final, sino el comienzo. Una pareja se puede rehacer con nuevas reglas. Las reacciones ante una infidelidad son difíciles de intuir y muchas veces los resultados son sorprendentes.

Aquellos que pensaban que jamás podrían perdonar un engaño pueden ser los que deciden continuar con la relación y dar vuelta a la página, mientras que para otros resulta imposible de llegar a una actitud así. La decisión, sea cual sea, debe ser meditada por ambos y en el clima más ameno posible, para evitar continuar dañando lo que siempre en primera instancia, parece estar derrumbado por completo.